INVESTIGACIONES SURREALISTAS

Archivo personal de investigaciones surrealistas (documentos de exploración de la geografía poética de un lugar, ejercicios de etnografía reencantada, planos psicogeográficos, contelaciones simbólicas, filosofía al destello…).

Por un horizonte de investigación emancipatorio surrealista.

La emancipación social no se persigue sólo mediante la barricada, la asamblea o la agitación. Nos  exige también conocer el mundo de un modo distinto al que nos acostumbran los mecanismos de conocimiento y significación habituales,  colonizados y moldeados por las formas y las intenciones del espectáculo capitalista. Volcar la realidad requiere aprehenderla por otros medios e iluminar fenómenos que permanecen escondidos debajo de la alfombra del estatus quo imperante. Esto nos lleva a los movimientos anticapitalistas a promover nuestras propias investigaciones,  que intentarán  ir más allá de lo dado, y nos conducen a explorar lo real desde ángulos habitualmente no abordados por la ciencia oficial. Apuntamos algunos esbozos para desarrollar un aporte específicamente surrealista a estos procesos de indagación y de búsqueda.

Lo primero que debe quedar claro es que una investigación surrealista, como afirmaba Debord del estudio situacionista de la vida cotidiana, sería una empresa completamente ridícula, y estaría sobre todo condenada a no entender su objeto, si no se propusiera explícitamente transformarlo. No nos mueve otra curiosidad que la que empuja la vida sórdida hacia el amor admirable y lo maravilloso, esto es, hacia sus posibilidades más altas. Surrealista porque bebe de un legado y una herencia que, si bien sería difícil aceptar en bloque, consideramos que sigue siendo, en su esencia y también en algunos de sus procedimientos, un aporte apremiante y necesario. Al fin y al cabo el surrealismo, con sus deslices y concesiones, no es otra cosa que uno de los mayores intentos colectivos modernos de colocar a la par las exigencias de la liberación revolucionara en materia política, económica y social con la necesidad de una  liberación análoga en el plano de las costumbres, las subjetividades y la vida cotidiana en su conjunto. Que el transformar el mundo de Marx sólo descubre su verdadero sentido entremezclado alquímicamente con el cambiar la vida de Rimbaud,  y viceversa, es un principio fundamental de la emancipación social que, como todas las cosas importantes, hay que repetir muchas veces. Y si el surrealismo tiene algún papel histórico que jugar es recordar, con su discurso y sobre todo con su existencia en hechos, la verdad irrenunciable de este principio.

Esta noción de investigación puede recordar, a los más perspicaces, cierta oficina que abrió sus puertas en París en la década de los 20 del siglo XX. Sin duda, desde sus comienzos, el surrealismo se concibió a sí mismo como una tarea fundamentalmente experimental. Los surrealistas se arrojaron a navegar, en el vacío dejado por la autodestrucción del arte moderno, en búsqueda de islas afortunadas desde las que  levantar una nueva apuesta general por el sentido de la vida, que debía ir más allá de la religión y su relevo sociológico, el arte. En otras palabras, el surrealismo fue originalmente diseñado como como una enorme empresa colectiva de investigación, una cartografía de los nuevos mundos que, desde el lenguaje hasta el juego pasando por las relaciones amorosas o la vivencia de la ciudad, se intuían como posibles en el umbral de una hipotética sociedad sin clases. Cuando el surrealismo vuelve a reclamar su talante investigador no hace sino recuperar una de sus disposiciones más válidas, disposición que además ha demostrado que no carecía de valor objetivo: como cualquier mascarón de proa en la historia de las ideas, el surrealismo no pudo resistir a la maldición de las vanguardias, y hoy muchos de sus procedimientos (previamente recuperados y desconectados de su función como partes de una revuelta moral dada en la escala de la totalidad)  son técnicas de uso común en diversos ámbitos, desde la etnografía antropológica a la psicología social pasando por la industria cultural o la publicidad.

Además del espíritu general, consideramos que el surrealismo sigue siendo válido como vía de investigación en muchos de sus procedimientos y metodologías. Por ejemplo en el uso de la encuesta. Encuesta que, frente a las encuestas sociológicas al uso, además de buscar regularidades, presta una atención especial a lo singular. Como decía Jarry de la `patafísica, si el surrealismo hiciera ciencia sería una ciencia de lo particular.

Purgado el tono artístico que acompañó al movimiento en sus primeros pasos, hoy sabemos que una investigación surrealista estará siempre atravesada, fundamentalmente, por dos motivos, cada uno de los cuales es contradictorio sólo en apariencia:

-Uno utópico-pragmático. Aquí de lo que se trata es de concretar una ruptura con las inercias civilizatorias capitalistas que, siendo posible (y por tanto pragmática) de rienda suelta a los anhelos de cambio más esperanzados de los posibles en el aquí y el ahora, ayudando a materializar este cambio en actos precisos.

-Otro épico-inútil. Una investigación bajo estos principios será siempre, antes que nada, un juego en el sentido más serio de la palabra. Un deleite que se disfruta como un fin en sí mismo y con ese carácter épico que en palabras de Luca “compromete en la ejecución de un acto el destino del último átomo de su sangre y del astro más lejano”. Un momento que empieza y termina en su propio ardor, sin preocupación por su uso instrumental de cara a algún objetivo externo.

Como es fácil comprobar, cualquiera de estos dos motivos es profundamente anti-económico, y la combinación de ambos hace estas investigaciones radicalmente incompatibles con cualquier institución del poder dominante.