El pico del petróleo, 10 años después

Hace 10 años supe,  en una charla en el CSOA La Casika llamada «Petróleo  en el punto de mira del terrorismo», de uno de los acontecimientos que más van a afectar al desarrollo de mi vida y la de toda mi generación: el pico de la producción mundial de petróleo.

En mi tesina de Master reflexionaba sobre ello con la siguientes palabras:

«Una anécdota. Lo que considero como la información sobre el mundo y sus tendencias evolutivas más relevante que he obtenido mi vida me ha llegado fuera de la universidad, en los espacios de autoformación que de un modo muy precario e informal emergen en los bordes de la actividad, un poco alocada e improvisada, de los movimientos sociales anticapitalistas. Así cuando todavía en el año 2010 ni siquiera los profesores más brillantes con los que me he ido topando a lo largo de la carrera tenían demasiada idea sobre la problemática energética del siglo XXI, yo pude saber del cénit del petróleo y sus profundas implicaciones hacia el año 2004  en una charla de okupa de luz pinchada, cartel hecho a mano y fotocopiado en blanco y negro, sillas robadas y punks recalcitrantes rodeados de perros. Esto no sólo sirve para ejemplificar la existencia de un underground de la inteligencia absolutamente invisible desde las lentes del conocimiento oficial. Aquí hay otra verdad escondida: el debate sobre la energía adquiere su verdadero sentido sólo en espacios como una okupa, que con todas sus profundas limitaciones, suponen una suerte de pequeños oasis resistentes ante la desertización imparable que sufre la esfera de lo político. Esto es, el debate sobre la energía sólo alcanza su madurez cuando la cuestión técnica o científica es superada en la discusión pública sobre el modelo de sociedad en la que se puede y merece la pena vivir. Quiero que este, y no otro, sea en todo momento mi sitio».

Hoy añadiría un matiz: no basta con las okupas, aunque sean espacios fundamentales.  Sólo llevando el debate al horizonte en el que este puede influir realmente en las opciones de futuro hacia las que se dirige la sociedad en su conjunto podemos tener una esperanza que aún así no dejará de ser minúscula.  Sin embargo, esto nos exige plantearnos de modo serio cuales son las condiciones de intervención comunicativa en la sociedad del espectáculo y que hay en nuestros hábitos de equivocado para acumular tantas décadas de fracaso.