colapso

¿España en Transición?

Enlace al texto publicado en el año 2015 en la revista Resiliencie.org sobre la transición ecoosocial en España. El tiempo ha rebatido algunos planteamiento y ha confirmado otros. Mis posiciones tampoco son ya exactamente las mismas. El ciclo político que inauguró el 15M es vertiginoso, y un año puede comprimir intesidades y ritmos que antes vivíamos en lustros o décadas. Resulta imprescindible por tanto un poco de retrsopección. Desempolvar viejos análisis para comparar y comprender hacia donde vamos.

SPAIN IN TRANSITION?: ANSWERS FROM THE GRASSROOTS FACING A COLLAPSING COUNTRY

Cuatro décadas perdidas

Cuatro décadas perdidas.

Los límites del crecimiento, la crisis socioecológica y sus escenarios de futuro.

Artículo publicado originalmente en el número 425 de Revista de Occidente (págs. 49-76)

El género de la historia contrafactual ha tomado el siglo XX como un laboratorio privilegiado de experimentación científica y literaria. Sin embargo, y hasta hoy, estas especulaciones visionarias han prestado poca atención a un arco temporal muy convulso en el que se vivió una disputa que hoy se revela de enorme trascendencia: la desestabilización sistémica que precedió a la contraofensiva neoliberal de los años setenta. Tras el desenlace de la Segunda Guerra Mundial, si la humanidad se jugó su futuro en algún momento, quizá lo hizo en ese intenso lustro comprendido entre 1968 y 1973 (mayo del 68, fin del patrón dólar-oro, crisis energética de 1973, golpe militar de Pinochet y ensayo general del neoliberalismo en la probeta nacional chilena).

En medio de la vorágine de aquellos años, en 1972, tuvo lugar la publicación de uno de los libros más importantes del siglo: el informe Los Límites del Crecimiento, que el Club de Roma encargó al MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), y que tenía por autores a Dennis y Donnela Meadows y Jørgen Randers. Un libro que llegaba en el momento oportuno, y en cuya recepción la humanidad iba a tener uno de sus exámenes evolutivos más determinantes. Y es que en 1972 existía todavía un amplio margen ecosistémico para haber realizado una transición ordenada a sociedades industriales sostenibles. Ese margen lo hemos dilapidado tras más de cuatro décadas de neoliberalismo. Un desenlace político de la encrucijada de los años setenta en sentido inverso (profundizando en las lógicas de socialización económica que tanteó el keynesianismo) no hubiera asegurado, por sí solo, una mejor recepción de este informe. Sin embargo, dado que en Los límites del Crecimiento se planteaba un alto grado de intervencionismo económico planificado como un prerrequisito de sostenibilidad, una salida de la crisis de los setenta virada a la izquierda hubiera facilitado un clima de época más propicio. Al menos, hoy existirían las herramientas de política económica necesarias para la transformación ecosocial, aunque siguiéramos padeciendo un grave déficit respecto a las condiciones ideológicas y culturales que deben envolver dichas reformas. (más…)

El tiro por la culata: nueve tesis sobre el fenómeno PODEMOS y la crisis civilizatoria

“En este respecto  resulta mucho  más significativo (y, paradójicamente, también más esperanzador) que la centenaria promesa socialdemócrata de instituir el socialismo “poco a poco” haya demostrado de manera conclusiva su carácter  ilusorio con el abandono –ahora bastante descaradamente explícito–  de las aspiraciones sociales y políticas  del movimiento. Resulta significativo y esperanzador, a pesar de todo, porque la precaria  condición de la política  democrática hoy día –tan obvia en el intolerable consenso  respecto  a la conseja  de que “no  hay alternativa”, y sus consecuencias prácticas  directas,–  sólo puede  ser remediada  por  un  movimiento de  masas  extraparlamentario radical”.

István Mészáros

 

«Podemos o Syriza pueden mejorar las cosas, pero el desafío es salir del capitalismo»

John Holloway

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No soy activista de PODEMOS, ni voté a PODEMOS en las elecciones europeas del 25 de mayo. De hecho, en toda mi vida nunca he puesto mi voto en una urna,  pues desde que tenía uso de razón siempre he sido partidario de la abstención activa. Lo que no significa que haya estado alejado de la política, al contrario. Si entendemos lo político como el ámbito donde se ponen en juego las cuestiones comunes, creo que ésta ha sido una de las pasiones, y una de las responsabilidades, a las que más me he entregado en toda mi vida. Sin demasiado orgullo (aprendí de los situacionistas que el antagonismo también reproduce pobreza humana y miseria) creo que cuadro bien con un perfil de persona militante, y he ejercido esta faceta de mi vida en diversos colectivos y movimientos sociales desde los dieciséis años.

Durante muchos años me definí como anarquista. Hoy ya no puedo hacerlo con tanta facilidad, porque he llegado a la conclusión de que las sociedades modernas son demasiado complejas para ser transformadas desde una propuesta como la que ofrece el anarquismo clásico. No obstante sigo pensado que la crítica anarquista al Estado es acertada, aunque seguramente parcial y muy abstracta. En consecuencia, me he vuelto menos ideológico y mucho más inductivo y empirista. Conservo sin embargo una modulación mitológica libertaria en sentido amplio y un escepticismo fundamentado respecto la acción política institucional.

Con esta carta de presentación, no es de extrañar que algo como PODEMOS no me haya entusiasmado. A pesar de eso, me siento cercano a su desarrollo. El círculo PODEMOS de mi ciudad se reúne en el ateneo que autogestiona el colectivo al que pertenezco. Allí se les ha cedido un espacio, porque una de las apuestas más sinceras de nuestro proyecto es ser laboratorio de convivencias: al igual que los ecosistemas diversos son los más los resilientes y los más capaces de superar traumas y golpes, pensamos que los lugares de antagonismo ganan potencia cuando se alejan del monocultivo ideológico y crece su sociodiversidad. También tengo buenos amigos que han decidido involucrarse en PODEMOS, en distintas ciudades y distintos niveles de la organización, desde los Círculos locales a los Consejos Ciudadanos de las Comunidades Autónomas. Por apoyarlos, he participado en los procesos de votación interna del partido vía internet. Con todo lo que no me gusta de PODEMOS, que es muchísimo, no puedo dejar de reconocer que es algo que ha nacido de mi gente, y que por tanto es obvio que respeto,  aunque discrepe mucho de su línea y sus métodos.

Así que vaya por delante que el espíritu de esta crítica aspira a ser constructivo. Algo que no quiero heredar de los situs es su brillante y divertida, pero esnob, artística y estéril, habilidad para  el insulto. Aclaro que tampoco me interesa lo más mínimo subrayar marcajes identitarios, y repetir una enésima partida de ping-pong entre las posiciones de Bakunin y de Marx en la ruptura de la I Internacional.  Y por supuesto, mis diferencias no me impiden reconocer que PODEMOS va a jugar un papel clave en este país en unos tiempos que se avecinan convulsos. Y que por tanto cualquier persona comprometida con el cambio social tiene en el fenómeno PODEMOS una parada reflexiva obligatoria.  Escribo estas notas desde este enfoque analítico, intentando llamar la atención sobre algunos riesgos en ciernes, y sabiendo que su alcance e influencia será extremadamente limitado.

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