“En este respecto resulta mucho más significativo (y, paradójicamente, también más esperanzador) que la centenaria promesa socialdemócrata de instituir el socialismo “poco a poco” haya demostrado de manera conclusiva su carácter ilusorio con el abandono –ahora bastante descaradamente explícito– de las aspiraciones sociales y políticas del movimiento. Resulta significativo y esperanzador, a pesar de todo, porque la precaria condición de la política democrática hoy día –tan obvia en el intolerable consenso respecto a la conseja de que “no hay alternativa”, y sus consecuencias prácticas directas,– sólo puede ser remediada por un movimiento de masas extraparlamentario radical”.
István Mészáros
«Podemos o Syriza pueden mejorar las cosas, pero el desafío es salir del capitalismo»
John Holloway
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No soy activista de PODEMOS, ni voté a PODEMOS en las elecciones europeas del 25 de mayo. De hecho, en toda mi vida nunca he puesto mi voto en una urna, pues desde que tenía uso de razón siempre he sido partidario de la abstención activa. Lo que no significa que haya estado alejado de la política, al contrario. Si entendemos lo político como el ámbito donde se ponen en juego las cuestiones comunes, creo que ésta ha sido una de las pasiones, y una de las responsabilidades, a las que más me he entregado en toda mi vida. Sin demasiado orgullo (aprendí de los situacionistas que el antagonismo también reproduce pobreza humana y miseria) creo que cuadro bien con un perfil de persona militante, y he ejercido esta faceta de mi vida en diversos colectivos y movimientos sociales desde los dieciséis años.
Durante muchos años me definí como anarquista. Hoy ya no puedo hacerlo con tanta facilidad, porque he llegado a la conclusión de que las sociedades modernas son demasiado complejas para ser transformadas desde una propuesta como la que ofrece el anarquismo clásico. No obstante sigo pensado que la crítica anarquista al Estado es acertada, aunque seguramente parcial y muy abstracta. En consecuencia, me he vuelto menos ideológico y mucho más inductivo y empirista. Conservo sin embargo una modulación mitológica libertaria en sentido amplio y un escepticismo fundamentado respecto la acción política institucional.
Con esta carta de presentación, no es de extrañar que algo como PODEMOS no me haya entusiasmado. A pesar de eso, me siento cercano a su desarrollo. El círculo PODEMOS de mi ciudad se reúne en el ateneo que autogestiona el colectivo al que pertenezco. Allí se les ha cedido un espacio, porque una de las apuestas más sinceras de nuestro proyecto es ser laboratorio de convivencias: al igual que los ecosistemas diversos son los más los resilientes y los más capaces de superar traumas y golpes, pensamos que los lugares de antagonismo ganan potencia cuando se alejan del monocultivo ideológico y crece su sociodiversidad. También tengo buenos amigos que han decidido involucrarse en PODEMOS, en distintas ciudades y distintos niveles de la organización, desde los Círculos locales a los Consejos Ciudadanos de las Comunidades Autónomas. Por apoyarlos, he participado en los procesos de votación interna del partido vía internet. Con todo lo que no me gusta de PODEMOS, que es muchísimo, no puedo dejar de reconocer que es algo que ha nacido de mi gente, y que por tanto es obvio que respeto, aunque discrepe mucho de su línea y sus métodos.
Así que vaya por delante que el espíritu de esta crítica aspira a ser constructivo. Algo que no quiero heredar de los situs es su brillante y divertida, pero esnob, artística y estéril, habilidad para el insulto. Aclaro que tampoco me interesa lo más mínimo subrayar marcajes identitarios, y repetir una enésima partida de ping-pong entre las posiciones de Bakunin y de Marx en la ruptura de la I Internacional. Y por supuesto, mis diferencias no me impiden reconocer que PODEMOS va a jugar un papel clave en este país en unos tiempos que se avecinan convulsos. Y que por tanto cualquier persona comprometida con el cambio social tiene en el fenómeno PODEMOS una parada reflexiva obligatoria. Escribo estas notas desde este enfoque analítico, intentando llamar la atención sobre algunos riesgos en ciernes, y sabiendo que su alcance e influencia será extremadamente limitado.
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